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LA PROMOTORA


18/09/07


Formo parte del grupo de chicas que ocasionalmente buscan un trabajo. Pertenezco al pequeño grupo de personas que cobra más usando prendas ajustadas con una marca estampada en las superficies más voluminosas del cuerpo que ejerciendo su profesión.
Chicas que han quedado designadas como “taradas”, “huecas”, “tontas”.
Es decir que soy, ocasionalmente, una promotora.
Digo a mi favor que no hubo ni una sola vez en que no me sintiera sapo de otro pozo. Pero la verdad es que no solo me pagan demasiado sino que me pagan en blanco.

Ahora. Les voy a explicar algo del universo de las promotoras. Se divide aproximadamente en tres o cuatro segmentos.
Están las que reniegan de estar ahí y aclaran:
– Ah no. Si me dan un catsuit yo no lo uso.
– Ah, no. Si no me dan una hora para almorzar y descansos seguidos mañana no vuelvo. Y si no nos pagan más por hora, me voy.

Están las que trabajan porque se gana bien en poco tiempo pero que en realidad podrían estar haciendo el trabajo que quisieran.
– Yo soy diseñadora industrial, pero gano más trabajando de promotora.

Después las que son promotoras pero en realidad son modelos.
– Entre desfile, producciones gráficas y publicidades hago alguna que otra promoción.

Están también las que se hacen propaganda pero cuando se trata de pasar algún dato se hacen las boludas.
– Y…Yo trabajo para SK, ManPower, Intranova, MKT, pero con quienes más trabajo es con agencias de publicidad y con Mannequins, obvio.
Paso seguido, está rodeada de promotoras hambrientas de información:
– Pasáme los mails así mando fotos.
– ¿Cómo dijiste? ¿Manpauer? ¿Cómo se escribe? ¿Tienen página? ¿Dónde están?
A lo que ella responde:
–Ay, pero no les puedo pasar los datos porque trabajan con un staff muy reducido y selectivo… y nos manejamos por celular. Ellos me llaman. No se dónde están…

Y después estoy yo. La que mira de afuera y espera no cruzarse con ningún conocido mientras está disfrazada de chica hot, si tiene suerte.

Esa mañana comenzó lo que sería una de las experiencias más bizarras de mi vida.
La semana anterior me habían llamado de la agencia para el casting. Fui y quedé seleccionada. Esta vez era para ExpoAgro: la exposición agrícolo-ganadera más grande del interior del país. Eran solo tres días pero requería salir a las 5 de la mañana, viajar tres horas y volver a las 11 de la noche, si el tráfico colaboraba.
En esa oportunidad éramos 20 chicas contratadas por tres empresas diferentes. Íbamos en traffic hasta el predio y cuando llegábamos cada una se dirigía a su tares asignada, una más interesante que la otra…

Por esos gajes que tiene el oficio, en mi opinión porque los que nos contratan también entienden que somos infradotadas, no nos informan nada hasta no llegar al lugar. Ni qué vamos a hacer, ni dónde estaremos, ni, lo que toda promotora más teme en el mundo: cuál será nuestro uniforme. Me presentan a mi compañera: una morocha de geografías generosas. Una vez juntas nos dicen que la empresa que nos contrata es el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna y nos entregan la ropa que consiste en una bombacha de gaucho con una faja a modo de cinto con los colores patrios, una polera de algodón y una campera cortita que en la zona de los pechos versa: Carne Argentina. Completan el equipo un sombrero mitad pampeano, mitad cowboy y unas botas negras con 7 cm de taco.
Cuando nos vestimos todo nos queda chico. Pretenden que dos gringas entren en un talle S.
Una vez listas nos llevan al lugar donde desempeñaríamos nuestra labor. A medida que nos acercamos, el olor a bosta aumenta y los gritos también.
Entramos en una carpa que tiene una especie de ring de boxeo en el medido. Como, de nuevo, nadie nos ha dicho nada, no sabemos ni a dónde vamos ni qué haremos. Miro alrededor. No. No hay una pileta de barro. A esa altura que nos hicieran luchar en el lodo vestidas de gaucho era una opción.
– ¡Quién da más, quién da más! ¡Vamos, que es una aberrrdinaaaangus de primera! –dice un entusiasmado señor desde la mitad del ring. En eso entra la vaca más grande que he visto en mi urbana vida.
– El señor del fondo, 30.000 pesos a la una, a las dos…. ¡a las tres!
A la mierda, pienso. ¿¿Eso cuesta una vaca??
– Es un toro –me corrigen.
Los primeros dos días transcurren así. Entre venta de choripanes y tortas fritas, vacas o toros, ovejas o cabras y otros bichos que nunca supe lo que eran.

El último día nos avisan que nuestros contratantes han hecho un arreglo con los del Canal Rural para que nos filmen.
– Ustedes vengan caminando desde allá despacito y de vez en cuando miren los corrales, muñecas –nos dice el camarógrafo.
Lo que significa que debemos caminar por los pasillos de los establos a un ritmo lo suficientemente lento para que nos tomara la cámara, mientras el público nos mira. Quién me hubiera dicho que iba a terminar haciendo un videoclip para el Canal Rural.
– A ver. Quédense ahí. Acaricien los animalitos, muñecas.
¿acaricien los animalitos? Qué se piensa, ¿que son perros? Intento llamar su atención con el clásico Psh, psh, vení, vení. Pero el bicho me mira con cara de nada, hasta que logro que se acerque la cabra menos fotogénica del mundo.
– Cabra no. Chivo – me corrigen.

Faltan unas pocas horas para que termine la exposición y pueda volver a mi metropolitano hogar.
Por fin llegó. Previo acto de cierre y sorteo de la 4X4 nos reunimos las 20 promotoras en la traffic como cada fin de jornada. El cansancio había sido de tal magnitud los días anteriores que no nos habíamos ni preguntado qué hacían las demás en esa cantidad de horas.
– Nosotras estamos con la empresa New Holland que vende camiones y maquinaria para farming – dijo una rubia vestida íntegramente de amarillo. Notable cómo habíamos adquirido vocabulario agrario en solo 3 días…
– Nosotras estamos en el stand de la editorial Perfil regalando revistas. – dijo otra rubia de azul francia, con poncho rojo.
– y ustedes, ¿qué hacen? ¿Qué es IPCV? –preguntó la muy curiosa mirando el logo del sombrero cowboy.
– Instituto de Promoción de la Carne Vacuna. – explicó mi compañera.
– Ah… y dónde están, porque no vi ese stand.
– No, porque no tienen stand. Estamos en las carpas del fondo del predio.
– Ah… y ¿qué hay allá?
– Es la carpa donde rematan ganado –expliqué.
Y ahí, justo ahí sucedió.
De repente la expresión de mi interlocutora se fue transformando en El Grito de Munch, su cara viró a un blanco verdoso y con una exclamación dijo:
– ¿Pero ustedes están ahí mientras eso pasa?
Seguía sin entender su expresión de espanto, lo que en un momento me hizo dudar si efectivamente había hecho algo malo.
– Si. En la entrada –dije.
– ¡Pero cómo pueden ver eso! –
– ¿Ver qué? ¿Cuando los rematan?
– ¡Si! ¡Qué horror! ¡Pobres animales! Los re-matan.

Concluyó así mi corta carrera como promotora.

Comentarios

Yesica ha dicho que…
jajaja! muy cómica tu historia, me hizo reir sobre todo la parte de los diferentes tipos de promotoras, es tal cual lo comentas!!
Conocemos del tema porque somos una agencia de Cordoba, y cotizamos algo para Expo Agro este año, aunque creo que la Feria mas importante es la que se hace en la Rural en Baires

Suerte!

Yesica
Agencia de Promotoras para Eventos en Cordoba
http://agenciaglams.blogspot.com

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