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ENTREVISTA: JONATHAN CAOUETTE





JONATHAN CAOUETTE Y LA CONCIENCIA CINEMATOGRÁFICA

Jonathan Caouette empezó a filmar a los 11 años. Frente a la cámara que ubicaba con malabarismos, se enfrentaba a ese espejo de memoria con la certidumbre del que deja un legado. Legado que él mismo recogería años más tarde en la imborrable Tarnation (2003), obra autobiográfica que llena de sentido una vida que no deja de ser una construcción constante. Lo vemos desde esa edad decidido a hacer de su vida algo más que un melodrama, intención en la que resulta exitoso también en su película, un autodocumental que no sólo logró llamar la atención en su momento, sino que produjo altas expectativas con respecto a su futuro.
Lo que llamaba la atención de su primera película era la utilización del found footage film (o material de archivo) con habilidad y gran sentido del ritmo cinematográfico, que se repitió en su segundo documental, All tomorrow´s parties, sobre el festival de música homónimo.


Cuando eliges trabajar con footage ¿qué sentido le das?

Mi intención nunca es contar una historia. Aunque terminen siendo historias prefiero empezar desde una emoción y no con la premisa de contar una historia en 3 actos. Lo que trato de hacer y lo que amo hacer es poner las cosas en orden y descubrir el sentido mientras produzco la obra. Ir creando y encontrando arte al mismo tiempo.

¿Qué tipo de películas nutrieron tu forma de hacer cine?

Nunca fui a una escuela de cine, nunca pude pagarla y a veces envidio a las personas que sí pudieron ir. Sobretodo la parte en la que te preparan para la industria, que puede ser muy dura y de difícil acceso. En términos de educación mi formación fue ver mucho cine.
Había una farmacia en Houston que alquilaba películas a €0,50. Por mucho tiempo saqué 6 por día y eso era lo que veía. También habían dos cines pequeños que ponían todo tipo de producciones. En uno de los cines proyectaban cada día una película distinta, clásicos fundamentales y como después de un tiempo me hice amigo de los dueños del bar, dejaban que me metiera sin pagar. Tenia 12 o 13 años y veía todo lo que llegara a mis manos. Mis primeros favoritos fueron horror films atmosféricos de los 60 o 70 que ponían por la tele a la madrugada. Cosas oscuras y raras que me inspiraron mucho como cineasta. Más tarde conocí a David Lynch, Andy Warhol y películas que me recordaban mucho a mi familia. Fue así como comencé a filmarlos a ellos.

¿Cuáles fueron las observaciones o lecturas más interesantes que escuchaste sobre tu trabajo?
En general estoy muy agradecido con las críticas y el recibimiento que tuvo Tarnation, en especial de críticos y personas que respeto. Pero también hubo gente que entendió la película como un ejercicio narcisista. Si me conocieran se darían cuenta enseguida que estoy lleno de complejos como para hacer una película sobre mí mismo en el sentido en el que ellos lo entendieron. Si fuera un llamado de atención, ya habría hecho 5 películas y tampoco fue para hacer dinero porque no sólo no lucré con ella sino que perdí los derechos. Ahora estoy luchando para recuperarlos porque, cuando el distribuidor original quebró, vendieron los derechos a otra compañía por 20 años. Espero poder recuperarla pronto porque la quiero remasterizar y relanzarla para el aniversario de los 10 años.

¿Cuáles son los proyectos en los que estás trabajando actualmente?
Anne Cassavetes, la hija de John Cassavetes, me ha convocado junto a otros 3 cineastas para hacer una película que constará de 4 capítulos en los que cada uno hará una historia inspirada por su director europeo favorito. Yo elegí Persona de Ingman Bergman y la idea es hacer una pieza de 40 minutos inspirada en su obra, no una nueva versión sino un paso más allá.
También tengo un proyecto que supondría mi primer largometraje de ficción que quiero filmar en Barcelona. Estuve en el Festival Sonar de 2008 porque me invitaron a hacer una instalación que se llamó Todos somos Zombies utilizando mis clips favoritos de Youtube. Me pidieron que hiciera un documental sobre el festival pero estaba realizando en ese momento All tomorrows parties que supuso una experiencia emocionante pero agotadora porque tuve que lidiar con una cantidad arrolladora de material de archivo. Pero me encantó la ciudad, su energía y el respeto por el arte y su desarrollo y me quedaron ganas de hacer algo allí. La hermana de mi pareja es escritora y ha publicado una novela llamada Todo en otra parte (Carolina Sanin, Seix Barral, 2005) que quiero versionar al cine. Es una historia muy extraña, que mezcla realidades y que fue escrita en Barcelona. Por lo que filmarla ahí sería perfecto.

¿Cuál dirías que es el estado del cine actualmente, como arte y como negocio?
La verdad es que estoy preocupado por el estado del cine. He escuchado decir que el cine está muerto, cosa en que no estoy de acuerdo. Creo que el cine está más vivo que nunca, pero creo que para que los cineastas sean cineastas tiene que haber algún tipo de control sobre la forma en la que las películas son hechas en plural. El cine necesita ser especial. Por un lado es maravilloso que cualquiera pueda hacer una película, subirla y ya está. Es como una gran celebración, una reivindicación sobre la anarquía del arte, pero creo que necesita haber algún tipo de control para que las películas sean reconocibles en la manera en la que solían serlo. Tengo gran temor a que la potencialidad del sentido se pierda, que sea todo puesto al mismo nivel y las películas sean irreconocibles. Que se pierda la fisicalidad de las cosas. Me preocupa la lógica de las nuevas generaciones de que pueden bajar todo de internet, que no entiendan la experiencia cinematográfica y la vivan como un desperdicio de dinero. Sin embargo, creo que en algún momento las personas van a rogar para que las cosas vuelvan a ser como antes, aunque sea acercándose desde la nostalgia. Es algo que me despierta en medio de la noche. ¿Dónde estamos? ¿A dónde vamos? creo que confiamos demasiado en la tecnología. Es una novedad muy cool en el sentido en que es muy útil pero también es demasiado bueno para ser real, ¿sabes? y odio hablar así porque me siento conservador, cosa que no soy en absoluto, pero sí soy conservador en el sentido en el que estamos perdiendo nuestra humanidad.



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