GUARDA EL SECRETO
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Poesía
Cómo el comienzo
El morado del vino te define
El sexo que no tuviste que no te tuvo
El mar que ignoro
El celo entreabierto de tu boca teñida
sentirte cómodo en todos lados
decir boca dos veces boca
sentarte al lado y ver la cópula
sos el uno por qué el comienzo
Las yemas desgastadas de tu compañía
La gota de vino que pende de un labio
Espera el match point que defina su huida
el azar esquivo, magia divina
La parte mar del verbo amar
Intuir el agua en el vino tinto
Las uvas que fueron que son serán
Olvidar el comienzo por qué el comienzo
Guarda el secreto
mantén el silencio
guarda la promesa
por qué la promesa
REBELIÓN
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Poesía
Borré el mail
No vi la foto
Tiré el regalo que después quemé
Quemé la caja
Cerré la pieza
Hice una pared que después derribé
Rompí los muebles
quemé los restos
cerré la puerta y tiré la llave
Busqué las fotos
quemé el álbum
Borré el registro y no lloré
Cambié el primero por el segundo
borré el primero del DNI,
Vendí el auto
Cambió de nombre
Cambié el agua, gas y luz
Miré al perro que me regalaste
tiré de la cuerda y lo maté
Miré al gato, el que te gustaba
lo agarré del cuello y lo ahogué
Las rodillas gordas, el pie inclinado,
caderas bajas, pelo enrulado
de cada herencia, de cada gen,
miré al espejo y me despellejé.
Crítica de "Los Buscadores"
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críticas
Los buscadores empieza con un tesoro, una traición y mucha agua. Continúa años después con Manu, un adolescente que vive en un barrio humilde en proceso de inundarse. Manu vive con su familia. El abuelo ha quedado sin habla a causa de un derrame y su madre está todo el tiempo en busca de un lugar para mudarse antes de que los tape el agua.
Un día, el abuelo le regala a Manu un libro que esconde el mapa de un tesoro “yvyguy”. La próxima escena lo muestra a Manu en la clase de Historia hojeando el libro mientras la profesora relata cómo la guerra de Paraguay mató a casi el 80 por ciento de la población, sobre todo a los varones.
En ese contexto de guerra nace la leyenda sobre la “plata yvyguy”, que cada tanto se cobra alguna víctima que cae en alguna zanja cavada en busca de esos tesoros. Y que los hay los hay porque, de tanto en tanto aparecen noticias de algún hallazgo. Tanto que hay grupos de buscadores que se dedican a eso.
Pequeñas y sutiles señales nos da Los buscadores de que la historia está escrita en lápiz sobre papel de carta. Paneos generales del barrio, la fragilidad de la población y la inconmensurable desigualdad del valor de las cosas en la moneda local vs. el dólar, diferencia que ya se remarcaba en 7 Cajas, como si respondiera a una lógica cotidiana de pensar las cosas. La película responde a la perfección a todos los parámetros del cine de aventuras y, desde el uso de la cámara, la música y los tiempos de guion, todo va en función de ese ritmo.
Entretenida, interesante y haciendo uso de la historia paraguaya (tan silenciada y desconocida) como contexto de la narración, Los Buscadores resulta una excelente propuesta cinematográfica que está a la altura de cualquier filme de su tipo.
Dirección: Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori
Año: 2017
País: Paraguay
Un día, el abuelo le regala a Manu un libro que esconde el mapa de un tesoro “yvyguy”. La próxima escena lo muestra a Manu en la clase de Historia hojeando el libro mientras la profesora relata cómo la guerra de Paraguay mató a casi el 80 por ciento de la población, sobre todo a los varones.
En ese contexto de guerra nace la leyenda sobre la “plata yvyguy”, que cada tanto se cobra alguna víctima que cae en alguna zanja cavada en busca de esos tesoros. Y que los hay los hay porque, de tanto en tanto aparecen noticias de algún hallazgo. Tanto que hay grupos de buscadores que se dedican a eso.
Pequeñas y sutiles señales nos da Los buscadores de que la historia está escrita en lápiz sobre papel de carta. Paneos generales del barrio, la fragilidad de la población y la inconmensurable desigualdad del valor de las cosas en la moneda local vs. el dólar, diferencia que ya se remarcaba en 7 Cajas, como si respondiera a una lógica cotidiana de pensar las cosas. La película responde a la perfección a todos los parámetros del cine de aventuras y, desde el uso de la cámara, la música y los tiempos de guion, todo va en función de ese ritmo.
Entretenida, interesante y haciendo uso de la historia paraguaya (tan silenciada y desconocida) como contexto de la narración, Los Buscadores resulta una excelente propuesta cinematográfica que está a la altura de cualquier filme de su tipo.
Dirección: Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori
Año: 2017
País: Paraguay
El texto original de este artículo fue publicado el 08/04/2018 en La voz del Interior.
Crítica de "The bookshop"/ "La librería"
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críticas
Un libro es como una casa: tiene cuatro
paredes, un piso y un techo.
Y una tienda de libros es para Florence Green, la protagonista de La
librería, el lugar donde quiere vivir, su hogar.
La última película de la directora catalana Isabel Coixet está
filmada fuera de España como es habitual en sus anteriores trabajos. En este
caso en Irlanda, en un pueblo imaginario donde la protagonista, Florence Green,
sueña con abrir una librería. Y así lo hará.
El film es una adaptación de la novela homónima de Penélope
Fitzgerald y, según la directora, una versión un poco más amable que la
original. No es dato menor que la película haya ganado los premios Goya a mejor
guion y mejor dirección.
Tiene sentido y mucho.
Tiene sentido y mucho.
Elegante, precisa y conmovedora, La librería sigue la tradición de
las películas más completas de la directora que conforman una extensa
filmografía que se empieza a disfrutar desde el momento en el que aprendemos
los nombres de algunos de sus films: Demasiado viejo para morir joven (1989), Mi
vida sin mí (2003), La vida secreta de las palabras (2005), Mapa de los sonidos
de Tokio (2009), Nadie quiere la noche (2015).
Coixet tiene clarísimo cómo filmar la intimidad y ésta ya no
depende de la desnudez ni de siquiera estar en un espacio interior. Presentan
el mismo nivel de intimidad escenas de Florence leyendo en su cama, con el
cabello suelto y enredada entre las mantas, que momentos en los que contempla
el mar como parte de un ritual que la constituye, define y es parte fundamental de su libertad.
Y este acto de alejarse se presenta como una especie de
reconocimiento a los tiempo considerados muertos como son los de la escritura,
la caminata y la contemplación.
Quizás es allí donde reside la debilidad y el valor de la
directora: en exponer las emociones desde las sutilezas, pero con
(innecesarios) subrayados de una banda sonora hermosa pero convencional.
Las actuaciones subrayan los artificiales códigos de una sociedad
tan protocolar como la británica y son los personajes los que se imponen por
sobre el paisaje. Queda claro que en ese pueblo cualquier fuerza de la
naturaleza no podrá nunca por sobre la voluntad de las personas que ahí
residen. Es en un territorio tácito, después de todo, donde se encuentra la
mayor parte de la tensión de esta historia, bajo gestos de cortesía y buena
educación, pero en lo que sucede cuando una persona (y la cámara) abandonan la
habitación.
Año de lanzamiento: 2018
Directora: Isabel Coixet
Guion: Isabel Coixet
Actores: Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Bill Nighy.
Calificación: para mayores de 13.
Duración en minutos: 112 minutos.
Valoración: 4 estrellas. Muy buena.
Publicada originalmente en La voz del Interior, edición impresa.
Crítica de "The place"/ "Los oportunistas"
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críticas
Paolo
Genovese es el director italiano con más trascendencia comercial en la
actualidad y, de no reconocer su nombre, seguro sonará su penúltima película: Perfectos
desconocidos, un boom no solo comercial sino a nivel de adaptaciones en
diferentes formatos (que incluyen el homónimo film español dirigida por Alex de
la Iglesia y, en Argentina, una obra de teatro dirigida por Guillermo
Francella)
En este
caso, Genovese vuelve a indagar en la profundidad de los deseos y búsquedas de
los personajes y los lleva un poco más lejos bajo una premisa fáustica que
queda a mitad de camino.
Un solo
escenario: un bar donde El Hombre (un magistral Valerio Mastandrea) atiende a
una variedad de personajes que llegan con un objetivo en forma de deseo, desde
ser más bella hasta salvarle la vida a un hijo moribundo.
A
cambio se les propone hacer algo que es, la mayoría de las veces, terrible.
Este Hombre es una suerte de gestor administrativo de esta dinámica que está
mediada por una enigmática agenda. Ahí él escribe lo que los personajes buscan
y, sobre todo, sienten, la cierra y al volver a abrirla aparecen las acciones
que éstos deben hacer para que su deseo sea concedido. Queda a libre intuición
del espectador si el responsable final de esta dinámica es una entidad benigna o
maligna.
Los oportunistas es una
adaptación de una serie norteamericana de 2011 llamada "The
Booth At The End", es decir, la cabina del fondo. Ahora, si el espectador
no tiene información previa antes de ver el film ni conoce esta referencia es
muy probable que quede fuera.
Los
Oportunistas es, al igual que Perfectos Desconocidos, una película de guion y
de actuación. Y en esta ecuación tan clásica del cine sin efectos especiales es
fundamental que ambas dos funcionen lo mejor posible. Es decir que, dentro del
universo de la película, las reglas que rigen las acciones estén claras para
que la historia avance y se comprometa al espectador.
Sin
embargo, aquí casi todo falla. La premisa queda muy poco clara, las historias
tienen una lógica discontinuada y los personajes son poco profundos. Y el
título en español es tan desconcertante como inexacto. ¡Ah! La música, ¡la
música! un hermoso ejemplo de qué no hacer con ella. Efectista y sin sentido
incluye canciones en inglés cuya letra y tono poco tienen que ver con lo que se
está viendo. Quizás una referencia que pretende invocar lo norteamericano de la
serie original, como sí lo es la cantina estilo americana donde todo sucede.
Los
oportunistas no problematiza con nada ni conmueve pero, por lo menos, no tiene
moraleja.
País:
Italia.
Dirección:
Paolo Genovese
Elenco:
Valerio Mastandrea, Alba Rohrwacher, Marco Giallini
Duración:
105 minutos
Publicada
originalmente en La voz del Interior, edición impresa.
Crítica "Verano 1993"
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críticas
Cuando los sentimientos no tienen nombre
Los niños sienten. Observan y sienten sin
que medie el entendimiento. Sin embargo, es un trabajo constante, incluso para
los adultos, entender lo que sentimos, el por qué y ponerle un nombre. Esa
educación comienza en los padres a través de preguntas que ayudan a localizar
un dolor, hacerlo consciente y encontrarle solución, desde un dolor de estómago
hasta la tristeza más intuitiva.
“Verano 1993” es la historia de su
directora, Carla Simón, que a sus tres años pierde a su padre y tres años más
tarde también a su madre a causa del VIH.
Para los duelos no hay tiempo, es verdad.
Sin embargo, el verano y las consecuencias de la muerte no podrían ser más
opuestos.
La fortaleza de la película está en
abordar el dolor desde lo que siente una niña y dejarla ser. Y la cámara lo
cuenta desde un acierto: filmarla de atrás, seguirla en ese nuevo devenir,
permanecer junto a ella en su modo de estar en ese nuevo espacio, aun no
situada, aun sin tener un vocabulario para eso que le pasa.
Los adultos hacen lo que pueden y su
pequeña prima es la contraparte perfecta en esta dinámica donde Frida hace
travesuras “de niños” como quien intenta controlar alguna de las situaciones de
esa vida que tan abruptamente cambia sin su consentimiento.
El final de la película es el que la convierte
en un film imperdible: con gran maestría y sensibilidad nos sumerge de golpe
(como quien cae en un pozo profundo y espinoso mientras juega) en lo que siente
esta niña que ha entendido, también de golpe, que no verá más a su madre y que
esa es, desde ese momento y para siempre, su nueva vida.
Dirección: Carla Simón
País: España.
Idioma: catalán.
Con Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusi,
David Verdaguer.
Duración: 96 minutos. Violencia: nula.
Complejidad: nula. Sexo: nulo.
Publicado originalmente en La voz del Interior,
Edición impresa.
Los niños sienten. Observan y sienten sin
que medie el entendimiento. Sin embargo, es un trabajo constante, incluso para
los adultos, entender lo que sentimos, el por qué y ponerle un nombre. Esa
educación comienza en los padres a través de preguntas que ayudan a localizar
un dolor, hacerlo consciente y encontrarle solución, desde un dolor de estómago
hasta la tristeza más intuitiva.
“Verano 1993” es la historia de su
directora, Carla Simón, que a sus tres años pierde a su padre y tres años más
tarde también a su madre a causa del VIH.
Para los duelos no hay tiempo, es verdad.
Sin embargo, el verano y las consecuencias de la muerte no podrían ser más
opuestos.
La fortaleza de la película está en
abordar el dolor desde lo que siente una niña y dejarla ser. Y la cámara lo
cuenta desde un acierto: filmarla de atrás, seguirla en ese nuevo devenir,
permanecer junto a ella en su modo de estar en ese nuevo espacio, aun no
situada, aun sin tener un vocabulario para eso que le pasa.
Los adultos hacen lo que pueden y su
pequeña prima es la contraparte perfecta en esta dinámica donde Frida hace
travesuras “de niños” como quien intenta controlar alguna de las situaciones de
esa vida que tan abruptamente cambia sin su consentimiento.
El final de la película es el que la convierte
en un film imperdible: con gran maestría y sensibilidad nos sumerge de golpe
(como quien cae en un pozo profundo y espinoso mientras juega) en lo que siente
esta niña que ha entendido, también de golpe, que no verá más a su madre y que
esa es, desde ese momento y para siempre, su nueva vida.
Dirección: Carla Simón
País: España.
Idioma: catalán.
Con Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusi,
David Verdaguer.
Duración: 96 minutos. Violencia: nula.
Complejidad: nula. Sexo: nulo.
Publicado originalmente en La voz del Interior,
Edición impresa.
Crítica de "Una razón para vivir"/ "Breathe"
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críticas
Una razón para vivir, primera película del actor Andy Serkis (Gollum de El Señor de los Anillos y El Hobbit), cuenta la historia de Robin Cavendish que en los años 50 y debido a la poliomielitis queda parapléjico y dependiente de un ventilador mecánico para respirar. Y aunque una placa inicial nos advierte que la historia está basada en hechos reales, desde el primer momento, incluido el despliegue de la placa, todo parece ficción, fantasía, artificio.
Al finalizar la película nos enteramos de que el productor es el hijo de Robin Cavendish (Jonathan Cavedish, involucrado en proyectos como las sagas Britget Jones) y que el filme busca homenajear a su madre y a su padre porque “cambiaron la vida de muchas personas”. Pues esta película no cambiará la vida de nadie ya que es tan conservadora que parece un cuento de hadas sin purpurina.
Una historia protagonizada por personajes de clase media alta inglesa que viven en el limbo de sus circunstancias, sin una conciencia política, comunitaria o emocional que exceda sus propios malestares.
No sabemos de qué viven pero sí nos queda claro por qué viven: gracias al amor desinteresado de familiares y amigos, incluso de la niñera que aunque Diana Cavendish, esposa y salvadora del protagonista, le aclara que no tienen dinero para pagarle, ella la tranquiliza: No te preocupes. Tu familia es mi familia. Sin embargo, su siguiente y última aparición en la pantalla nos deja en claro que no es recíproco y que para la burguesía trabajar para ellos sin recibir un salario no es mérito suficiente para ser considerado como miembro de la familia.
Extraña sensación permanece después de ver Una razón para vivir (Respira, título original), un filme que no conmueve, ni indigna, ni problematiza con nada.
La película hace uso de las formas clásicas para contar una historia mil veces contada pero pasa la mayor parte del tiempo llegando tarde a los tiempos cinematográficos. Por esta razón la primera mitad de la película resulta una extensa introducción donde la adversidad se sortea sonriendo.
Año: 2017.
Dirección: Andy Serkis.
Con: Andrew Garfield, Claire Foy, Hugh Bonneville, Dean Charles Chapman, Tom Hollander.
Publicada originalmente en La voz del Interior
Una historia protagonizada por personajes de clase media alta inglesa que viven en el limbo de sus circunstancias, sin una conciencia política, comunitaria o emocional que exceda sus propios malestares.
No sabemos de qué viven pero sí nos queda claro por qué viven: gracias al amor desinteresado de familiares y amigos, incluso de la niñera que aunque Diana Cavendish, esposa y salvadora del protagonista, le aclara que no tienen dinero para pagarle, ella la tranquiliza: No te preocupes. Tu familia es mi familia. Sin embargo, su siguiente y última aparición en la pantalla nos deja en claro que no es recíproco y que para la burguesía trabajar para ellos sin recibir un salario no es mérito suficiente para ser considerado como miembro de la familia.
Extraña sensación permanece después de ver Una razón para vivir (Respira, título original), un filme que no conmueve, ni indigna, ni problematiza con nada.
La película hace uso de las formas clásicas para contar una historia mil veces contada pero pasa la mayor parte del tiempo llegando tarde a los tiempos cinematográficos. Por esta razón la primera mitad de la película resulta una extensa introducción donde la adversidad se sortea sonriendo.
Año: 2017.
Dirección: Andy Serkis.
Con: Andrew Garfield, Claire Foy, Hugh Bonneville, Dean Charles Chapman, Tom Hollander.
Publicada originalmente en La voz del Interior
Crítica de "La red" de Kim Ki-duk
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críticas
La red, la nueva película del director coreano Kim Ki-duk (el mismo de Primavera, verano, otoño, invierno... y de Hierro 3), es uno de sus trabajos más refinados y subversivos, y presenta el tema tomando distancia de la crueldad y la literalidad donde suele caer fácilmente. Y el actor que se pone al hombre el papel protagónico, Ryu Seung-beom, lleva a cabo una de las mejores actuaciones que tendremos la posibilidad de ver en la pantalla grande.
El protagonista de esta red vive una vida tranquila, muy modesta pero suficiente, en Corea del Norte. Tiene una casa, un barco para pescar y cuidar de su familia y una nacionalidad que lo define. Como cada mañana Chul-woo sale de su hogar, presenta sus documentos en la guardia y se sube a su barco para recoger la red. Todo esto sucede al borde del río Imjin, cuya corriente, que no respeta fronteras, desemboca en las aguas del río Han de Corea del Sur. Y así es como el barco de este pescador se rompe y aparece, muy a su pesar, en las fronteras del Sur. Comenzará una interminable y agotadora serie de procedimientos para definirlo como espía, desertor o, simplemente, desafortunado.
Corea es un país que son dos. En guerra desde 1950, activamente hasta el ‘53 (cuando el país se divide) y en continua tensión hasta la actualidad. El Norte es comunista y dictatorial y se define en contraposición al Sur capitalista que es, para muchos, sinónimo de libertad y de posibilidades. Sin embargo, Chul-woo no es de los que desean cambiar de vida. Todo lo contrario, parece feliz y contenido dentro de su patria.
Pero ¿qué es la patria? ¿Nuestro país? ¿Nuestros compatriotas? ¿Lo que cae dentro de unas fronteras o, quizás, compartir los mismos enemigos? ¿Es la patria una identidad?
Y esa identidad ¿es el resultado de una búsqueda o el producto de una bandera, un himno, unas consignas? Porque la patria incorpora, hace cuerpo, definiciones, maneras de ser y de estar que, cuando se caen, dejan un cuerpo incompleto. Porque el peor exilio imaginable es perder la patria adentro de uno, que el sentido de hogar quede vacío de significado y que todo lo que se sostenía en ese concepto se caiga.
Guion y dirección: Kim Ki-duk.
Con Ryu Seung-beom, Kim Young-min.
País: Corea, 2016
Apta para mayores de 13 años.
Duración: 125 minutos.
El protagonista de esta red vive una vida tranquila, muy modesta pero suficiente, en Corea del Norte. Tiene una casa, un barco para pescar y cuidar de su familia y una nacionalidad que lo define. Como cada mañana Chul-woo sale de su hogar, presenta sus documentos en la guardia y se sube a su barco para recoger la red. Todo esto sucede al borde del río Imjin, cuya corriente, que no respeta fronteras, desemboca en las aguas del río Han de Corea del Sur. Y así es como el barco de este pescador se rompe y aparece, muy a su pesar, en las fronteras del Sur. Comenzará una interminable y agotadora serie de procedimientos para definirlo como espía, desertor o, simplemente, desafortunado.
Corea es un país que son dos. En guerra desde 1950, activamente hasta el ‘53 (cuando el país se divide) y en continua tensión hasta la actualidad. El Norte es comunista y dictatorial y se define en contraposición al Sur capitalista que es, para muchos, sinónimo de libertad y de posibilidades. Sin embargo, Chul-woo no es de los que desean cambiar de vida. Todo lo contrario, parece feliz y contenido dentro de su patria.
Pero ¿qué es la patria? ¿Nuestro país? ¿Nuestros compatriotas? ¿Lo que cae dentro de unas fronteras o, quizás, compartir los mismos enemigos? ¿Es la patria una identidad?
Y esa identidad ¿es el resultado de una búsqueda o el producto de una bandera, un himno, unas consignas? Porque la patria incorpora, hace cuerpo, definiciones, maneras de ser y de estar que, cuando se caen, dejan un cuerpo incompleto. Porque el peor exilio imaginable es perder la patria adentro de uno, que el sentido de hogar quede vacío de significado y que todo lo que se sostenía en ese concepto se caiga.
Con Ryu Seung-beom, Kim Young-min.
País: Corea, 2016
Apta para mayores de 13 años.
Duración: 125 minutos.
Crítica de "El futuro que viene"
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críticas
El futuro que viene es la opera prima de Constanza Novick y está producida por Lisandro Alonso. El filme, protagonizado magistralmente por Dolores Fonzi y Pilar Gamboa, cuenta la amistad entre Romina (Fonzi) y Florencia (Gamboa) que comienza en la primaria y continúa en la actualidad.
Romina ha seguido una vida estándar. Se casó, tuvo un bebé y trabaja en AFIP y nada hizo con su talento para la escritura con el que ganaba concursos de niña. Florencia es caótica, desaforada, emocional. Romina aclara: no es que no tenga emociones sino que las controlo.
La historia está narrada desde la perspectiva de Romina y muestra de manera sutil pero precisa la dinámica de la relación entre estas dos amigas, en un tono falto de alegría pero no de disfrute. Solitarias, y por momentos alienadas en sus propias circunstancias, la intimidad que comparten parece estar dada por la permanencia de la relación en el tiempo.
Y el espacio y tiempo que ocupan los varones en la pantalla es exactamente proporcional a la importancia en la vida de cada una. Así, el marido de Romina se verá poco, en pedazos, irrumpiendo el plano donde está ella, casi siempre, sola.
El futuro que viene es una propuesta novedosa dentro de una historia que se ha contado miles de veces. La frescura de la película viene de desdramatizar las relaciones y acompañar las transiciones que conlleva este tipo de vínculos pasando por tres momentos: la adolescencia, los veinte y los casi cuarenta. Y aunque pasea por tres décadas muy diferentes en ningún momento es nostálgica o retro.
Vale subrayar la importancia de la presencia de voces femeninas delante y detrás de la cámara dentro de un ámbito tan predominantemente masculino como es el cine. Gran virtud es también que la película no esté dirigida a mujeres. No se remarca lo emocional ni se busca apelar a un público que solo podría conectar con la película a través de la identificación.
Dirección y guion: Constanza Novick.
Elenco: Dolores Fonzi, Pilar Gamboa, Valeria Lois, José Manuel Yazpik, Flor Dyszel.
Año de lanzamiento: 2017.
País: Argentina.
EDICIÓN IMPRESA
El texto original de este artículo fue publicado el 14/10/2017 en La voz del interior.
Romina ha seguido una vida estándar. Se casó, tuvo un bebé y trabaja en AFIP y nada hizo con su talento para la escritura con el que ganaba concursos de niña. Florencia es caótica, desaforada, emocional. Romina aclara: no es que no tenga emociones sino que las controlo.
La historia está narrada desde la perspectiva de Romina y muestra de manera sutil pero precisa la dinámica de la relación entre estas dos amigas, en un tono falto de alegría pero no de disfrute. Solitarias, y por momentos alienadas en sus propias circunstancias, la intimidad que comparten parece estar dada por la permanencia de la relación en el tiempo.
Y el espacio y tiempo que ocupan los varones en la pantalla es exactamente proporcional a la importancia en la vida de cada una. Así, el marido de Romina se verá poco, en pedazos, irrumpiendo el plano donde está ella, casi siempre, sola.
El futuro que viene es una propuesta novedosa dentro de una historia que se ha contado miles de veces. La frescura de la película viene de desdramatizar las relaciones y acompañar las transiciones que conlleva este tipo de vínculos pasando por tres momentos: la adolescencia, los veinte y los casi cuarenta. Y aunque pasea por tres décadas muy diferentes en ningún momento es nostálgica o retro.
Vale subrayar la importancia de la presencia de voces femeninas delante y detrás de la cámara dentro de un ámbito tan predominantemente masculino como es el cine. Gran virtud es también que la película no esté dirigida a mujeres. No se remarca lo emocional ni se busca apelar a un público que solo podría conectar con la película a través de la identificación.
Dirección y guion: Constanza Novick.
Elenco: Dolores Fonzi, Pilar Gamboa, Valeria Lois, José Manuel Yazpik, Flor Dyszel.
Año de lanzamiento: 2017.
País: Argentina.
EDICIÓN IMPRESA
El texto original de este artículo fue publicado el 14/10/2017 en La voz del interior.
Crítica de "Book Club"/ "Cuando ellas quieren"
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críticas
Muchas expectativas despertó el tráiler de Cuando ellas quieren, comedia protagonizada por cuatro de las actrices más importantes de Hollywood.
Sabemos que como espectadores nos hemos hartado de ver dream teams de actrices y actores desaprovechados. Esta falta de optimismo es el resultado de una larga y trágica tradición de filmes que descansan en la trayectoria de sus protagonistas y depositan todo el peso en el mero hecho de juntarlos y hacerlos compartir fotogramas, como si las películas comerciales de la fábrica de sueños fueran álbumes de figuritas con movimiento. No es este caso.
Cuando ellas quieren muestra cómo un club de lectura (tal el título original del filme) es la excusa por la que cuatro amigas (interpretadas por Diane Keaton, Jane Fonda, Mary Steenburgen y Candence Bergen) se reúnen cada mes, para comentar el libro que han leído en los últimos 30 días.
Cuando la elección de la lectura está a cargo de Vivian (Jane Fonda, en una especie de extensión de la Grace que protagoniza en la serie de Netflix Grace y Frankie) ésta elige Cincuenta sombras de Grey. La premisa de que un libro puede movilizar al lector al punto de hacerlo pasar a la acción es siempre atractiva y la elección de este libro habla más sobre los efectos de la lectura que sobre la calidad de lo que se lee.
Cuando ellas quieren es también una visita a través de sutiles guiños a papeles fundamentales en las carreras de estas cuatro actrices: hay referencias a la vestimenta que usó Diane Keaton en Annie Hall o a la coreografía de tap que baila Mary Steenburgen en Melvin y Howard, por la que obtuvo un premio Oscar.
Hay cuestiones tibias, claro. Se habla mucho de sexualidad pero no hay una sola escena de sexo y estas actrices cumplen con los mismos estándares de belleza que sus colegas 40 años menores. Todo está en su lugar y lo que no, no se muestra ni sugiere. Pero, en general, la película es ingeniosa, está bien escrita y cumple con las expectativas de una comedia romántica. Y es bastante más que eso. Es un filme protagonizado por actrices y actores entre 60 y 70 años que no son puestos en roles ni de abuelos ni de jubilados que viven una adolescencia a destiempo.
Cuando ellas quieren
Guion y dirección: Bill Holderman.
Con Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen, Mary Steenburgen, Craig T. Nelson, Richard Dreyfuss, Andy Garcia, Don Johnson, Alicia Silverstone.
Fotografía: Andrew Dunn.
Música: Peter Nashel.
Duración: 104 minutos.
Para mayores de 13 años.
Violencia: nula.
Complejidad: nula.
Sexo: nulo.
Publicado originalmente en La Voz del Interior
Sabemos que como espectadores nos hemos hartado de ver dream teams de actrices y actores desaprovechados. Esta falta de optimismo es el resultado de una larga y trágica tradición de filmes que descansan en la trayectoria de sus protagonistas y depositan todo el peso en el mero hecho de juntarlos y hacerlos compartir fotogramas, como si las películas comerciales de la fábrica de sueños fueran álbumes de figuritas con movimiento. No es este caso.
Cuando ellas quieren muestra cómo un club de lectura (tal el título original del filme) es la excusa por la que cuatro amigas (interpretadas por Diane Keaton, Jane Fonda, Mary Steenburgen y Candence Bergen) se reúnen cada mes, para comentar el libro que han leído en los últimos 30 días.
Cuando la elección de la lectura está a cargo de Vivian (Jane Fonda, en una especie de extensión de la Grace que protagoniza en la serie de Netflix Grace y Frankie) ésta elige Cincuenta sombras de Grey. La premisa de que un libro puede movilizar al lector al punto de hacerlo pasar a la acción es siempre atractiva y la elección de este libro habla más sobre los efectos de la lectura que sobre la calidad de lo que se lee.
Cuando ellas quieren es también una visita a través de sutiles guiños a papeles fundamentales en las carreras de estas cuatro actrices: hay referencias a la vestimenta que usó Diane Keaton en Annie Hall o a la coreografía de tap que baila Mary Steenburgen en Melvin y Howard, por la que obtuvo un premio Oscar.
Hay cuestiones tibias, claro. Se habla mucho de sexualidad pero no hay una sola escena de sexo y estas actrices cumplen con los mismos estándares de belleza que sus colegas 40 años menores. Todo está en su lugar y lo que no, no se muestra ni sugiere. Pero, en general, la película es ingeniosa, está bien escrita y cumple con las expectativas de una comedia romántica. Y es bastante más que eso. Es un filme protagonizado por actrices y actores entre 60 y 70 años que no son puestos en roles ni de abuelos ni de jubilados que viven una adolescencia a destiempo.
Cuando ellas quieren
Guion y dirección: Bill Holderman.
Con Diane Keaton, Jane Fonda, Candice Bergen, Mary Steenburgen, Craig T. Nelson, Richard Dreyfuss, Andy Garcia, Don Johnson, Alicia Silverstone.
Fotografía: Andrew Dunn.
Música: Peter Nashel.
Duración: 104 minutos.
Para mayores de 13 años.
Violencia: nula.
Complejidad: nula.
Sexo: nulo.
Publicado originalmente en La Voz del Interior
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